Aunque los delitos como el fraude, la malversación y la falsificación han estado en los libros durante siglos, la tendencia durante la mayor parte del siglo pasado ha sido agrupar esos delitos bajo el término general “delitos de cuello blanco”. Inicialmente, la distinción estaba destinada en gran medida a separar los delitos no violentos de los cometidos mediante la amenaza o el uso de la fuerza. Sin embargo, con el advenimiento de las computadoras e Internet, la variedad de delitos de cuello blanco ha aumentado sustancialmente.
En términos generales, un delito de cuello blanco es aquel que no involucra violencia o amenaza de violencia hacia otra persona, y es típicamente perpetrado principal o exclusivamente con fines de lucro. A menudo, la persona que comete el delito tiene la oportunidad de hacerlo porque ocupa una posición de autoridad o confianza dentro de una organización. La mayoría de los tipos de delitos de cuello blanco se pueden cometer de forma totalmente privada, utilizando herramientas externas, como computadoras, registros financieros falsificados y otros documentos para redirigir o malversar fondos o propiedades.
Ejemplos de delitos de cuello blanco incluyen:
Muchos tipos diferentes de tergiversación pueden ser la base del fraude criminal:
Un desarrollo relativamente reciente en las leyes que gobiernan los delitos de cuello blanco, el robo de identidad ocurre cuando una persona, intencional y erróneamente, toma y usa la información personal de otra para obtener ganancias financieras o se representa a sí misma como esa persona para obtener ganancias financieras. A menudo, se trata de información recopilada ilegalmente en línea, pero también puede incluir el robo de correo u otros tipos de subterfugios.